Esta es la historia de mis
orígenes, tal y como he podido reconstituirla.
Nada de esto hubiera sido
posible sin Internet. Todo empezó el día en que, tecleando en la Web, tropecé
con “el pueblo judío de Cenalmor, hoy despoblado”. Llevaba tiempo sintiendo en
mi la imperativa necesidad de reanudar con el pasado y lo poco que sabia
entonces era lo que me había contado papa.
Ni tenia idea de que hubiera
existido una aldea en la Moraña con ese nombre. Desde entonces no he parado. En
Cardeñosa tenia cita con mis ancestros. Es lo único que sabia, que el abuelo de
papa era de allí. Lo demás lo he ido descubriendo gracias a Internet y en un
principio con la ayuda del Archivo Diocesano de Ávila. Quiero dar las gracias a Casto y a
Julián Cenalmor que el destino puso en mi camino nada mas entrar en Cardeñosa.
Ellos me llevaron al despoblado Cenalmor. Es un día que nunca olvidaré en mi
vida. Julián me dio la llave de entrada al árbol de los Cenalmores. El ya lo
había elaborado años atrás desgastándose los ojos en los libros del Archivo
Diocesano. Somos la rama principal del árbol que nos lleva a Felipe de
Cenalmor, allá por los años 1600. Cuentan que el ADN lo dice todo de nuestros
ancestros y si será algo verdad porque Casto y papa se parecen mucho y eso que
esa rama se dividió a nivel de los nietos de Felipe, o sea hace tres siglos y
medio. Pero los lazos de la sangre resisten a todo.
Lo que sigue es la conclusión de
varios años de investigación. Cada vez que era posible, me he apoyado en las
fuentes disponibles. No he podido explorarlas todas porque vivo en Francia y
tendría que haberme desplazado a bibliotecas, archivos, etc. para consultar
libros de arrendamientos y otros documentos por el estilo. Sepan los que el
asunto interesa que estoy convencida de que todavía quedan cosas por descubrir.
No pretendo hacer ninguna obra
de historiadora. Solo he intentado desenredar el hilo invisible que nos une,
los Cenalmores de hoy, a los que poblaron la aldea a la que dieran su apellido.
Hago muchas hipótesis, pero no creo que importe tanto. Son pistas de reflexión.
Algún día hay que pararse y decir; “ya, así será”, y así lo hice. Claro que me
hubiera gustado saber cuando empezó todo. Tendré que aceptar el hecho de que la
respuesta pertenece al pasado.
Antes de terminar quiero dar las
gracias a Teodosio Sánchez Sáez que tanto ha hecho para transmitir nuestro
patrimonio común a las generaciones venideras. Siempre me ha animado en este
trabajo e incluso me ha apoyado con informaciones de primera.
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